El doblaje de El irlandés

El tráiler avisaba de la catástrofe… Definitivamente, Ricardo Solans no forma parte del reparto de doblaje de El irlandés, lo nuevo de Martin Scorsese y que distribuye Netflix. Es decir, Ricardo no presta voz a Robert De Niro como tampoco a Al Pacino, habituales suyos desde hace cuatro décadas.

Ya saltó la liebre hace unos meses cuando el propio Manolo García anunció que doblaría a De Niro por deseo del propio director, quien seleccionó las voces para cada personaje. Una decisión difícil de encajar, pues para la inmensa mayoría no hay De Niro sin Solans o no hay Solans sin De Niro… como ustedes quieran… pero entendible. Entendible con tal de esperar que se ocupara de Pacino, como en tantos otros títulos y este mismo año hiciera en Érase una vez en… Hollywood. ¡Pues al traste con ello!

Cartel promocional de «El irlandés».

Veo dos daños esenciales en este tipo de práctica –no poco habitual–: el primero; privar al público de asignaciones entre actores y voces sumamente consagradas es evitable y en casos como el que nos ocupa adquiere el carácter de falta de respeto, dejadez o indiferencia por lo que se tiene entre manos. ¿No crees tú, Netflix España? 

Y segundo; que un desconocedor de nuestro bagaje sea quien ponga o quite nuestros propios mitos. Hoy, Martin Scorsese. El creador y amo de la cinta. Uno de los grandes artesanos. Todo eso es incontestable, pero, Sr. Scorsese, está cometiendo un error y está penalizando su propia obra –cosa que, por otro lado, sabrá de sobra–, porque, y aquí viene el trasfondo, está usted eligiendo voces, no actores. Voces, no actores. Se lo repito. Su método de selección es primario, muy sensorial y poco sensible, experimental y escasamente garantizador y, peor aun, relega a su mejor consejero, el director encargado del doblaje, a un mero proponedor que acaba haciendo lo que puede con lo que tiene –no se me malinterprete–. ¿Cómo usted y tantos otros ignoran el rigor de un paso tan fundamental? Sé que se lo pregunto al viento… 

Pese a todo, saludo a El irlandés con la expectación acumulada de cinco años. Dispuesto a rebañarla, sí, y con el mal sabor de boca que me deja lo que escucho, también. Sin Solans, su magia no me acompaña del todo.

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